En días recientes, el Cañón del Sumidero ha dado de qué hablar por el desprendimiento de una parte de su pared izquierda, un fenómeno relativamente normal porque ya ha ocurrido anteriormente, y que afortunadamente no dejó daños ni pérdidas.
Pues bien, el Cañón es más que un atractivo turístico, es tan importante a nivel local, nacional e internacional que incluso aparece en el escudo de nuestra entidad, es una formación que llama muchísimo la atención y quizá es todavía más bello e impresionante que el Gran Cañón.
La formación de esta maravilla -que incluso compitió por un puesto entre las Siete Nuevas Maravillas Naturales- comenzó hace 70 millones de años, y de todas partes del mundo han venido a conocerlo, ya sea por tierra o por agua, pues su inmensidad se aprecia desde distintos ángulos.
Su acantilado rebasa los mil metros de altura sobre el nivel del mar, mientras que el río Grijalva que lo atraviesa, puede alcanzar hasta 250 metros de profundidad: así de inmenso es, hacia arriba o hacia abajo, lo que lo convierte en un deleite.
Si es visitado por extranjeros, sería el colmo que nosotros como chiapanecos no lo conociéramos, sin embargo una gran cantidad de locales todavía no viven la experiencia, para la cual no es necesario gastar grandes cantidades de dinero, pues está muy cerca de Tuxtla y los precios son accesibles.
Por ejemplo, el tour en lancha que se toma desde algún embarcadero de Chiapa de Corzo está entre 200 y 400 pesos, y con el mismo brazalete se puede ingresar a los miradores que se ubican en Tuxtla, mismos a los que ingresar de manera individual cuesta unos 30 pesos por persona.
En mi caso, yo recuerdo haber conocido el Cañón hace más de 15 años -qué vieja me sentí-, me refiero a haber ido al recorrido en lancha, tengo vagos recuerdos de haber ido con mi grupo de la secundaria al hoy extinto Parque Amikú, así como a los miradores, también recuerdo que fui con mi familia en otra ocasión y todo lo que hicimos ahí, ya la última vez que lo recorrí fue quizá hace unos ocho años, en un recorrido de prensa que hice cuando aún trabajaba en la radio.
Ese parque estaba muy padre, tenía un sendero para recorrer a pie o en bicicleta, un mini zoológico, restaurantes, alberca, pero lo que más disfruté fue la tirolesa, creo que tenía como tres estaciones, y la última pasaba justo encima del Río Grijalva, creo que fue una de las cosas más extremas que hice a mi corta edad.
De los recorridos que he hecho en lancha, la verdad recuerdo la tranquilidad de surcar sus aguas, la brisa del agua en mi cara, la frescura que se siente ahí dentro, rodeada de vegetación y navegando sobre el río, sintiéndome pequeñita ante la inmensidad de sus paredes.
También me ha tocado conocerlo desde arriba, donde el clima también cambia y ni siquiera parece que fuera el mismo Tuxtla, ambas perspectivas son igual de cautivantes y nos permiten apreciar la naturaleza, la grandeza de nuestro mundo y el orgullo de que se encuentre en nuestra tierra algo tan increíble.
Vivimos en un estado donde abundan las bellezas naturales, y una de las más bonitas está a 15 minutos de distancia, es la que más me ha impresionado, la que ampliamente recomiendo a quien venga a Chiapas como un “must” y el primer lugar al que quiero llevar a mis hijas para que conozcan la belleza de nuestro estado.
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